El Río Guaire a través del Tiempo
El río Guaire es un corto río de Venezuela, uno de los afluentes del río Tuy la principal vía fluvial del valle de Caracas. Su longitud es de 72 km. Nace en la confluencia de los ríos San Pedro y Macarao, en un lugar que denomina Las Adjuntas, y atraviesa la ciudad de Caracas de oeste a este.
Al llegar al valle deja el Guaire su curso desigual para deslizarse suavemente. Desde que penetra en el valle es un río de curso tranquilo y así se mantiene hasta salir otra vez del valle más allá de Petare.
Por el año de 1892 existían varios pozos a lo largo del Guaire, que servían de baño a los caraqueños, donde los muchachos nadaban y saltaban con gran estrépito. En Antímano el Guaire llego a ser balneario, con su famoso y conocido “pozo de la vieja”, donde solamente érale permitido bañarse a los hombres. Un poco más abajo estaba otro menos profundo, que estaba destinado al baño de mujeres. Los muchachos más aventurados se iban hasta caricuao, donde estaba situado el famoso pozo llamado “de la vuelta”.
El agua del Guaire era fresca, cristalina, pura, hacía las delicias de los habitantes del lugar. Tenía de pesca bagres y anguilas, una especie de pescado largo que los hombre llevaban a la ciudad, ensartados en un alambre, vendiéndolos a domicilio, al precio de un real.
La anguila es un animal de sabor delicioso, y se preparaban salándolas y envolviéndolas en harinas, para luego freírlas en manteca hirviendo. Su sabor es bastante parecido al del Carite.
A pesar de que el agua del Guaire era pura y estaba en condiciones de tomarla, las familias acomodadas no tomaban sino la que se hacía transportar desde el valle, en unos barrilitos que unos comerciantes italianos vendían. Según rumores, el agua del valle tenía más ácido carbónico que la de Anauco y el Guaire. Corrientemente los habitantes de Caracas bebían el agua del río Catuche, y el Guaire había sido destinado únicamente para los baños.
Cuando interrogamos a un caraqueño que sobrepasa los novenenta años, sobre sus recuerdos del Guaire, éste, indefectiblemente, pone una mirada romántica, casi pérdida en ensoñaciones, en recuerdos que se esfuman en los tiempos idos. El Guaire era un río precioso…Le daban belleza al paisaje, las vegas, los sauces, las siembras verdes en todos los tonos que puede imaginar un pintor…Y los pozos…Dígame, ese pozo de la Vieja, ¡era una delicia! Yo siempre me iba a bañar ya pasadas las doce, que era cuando el agua estaba tibiecita…Por la mañana estaba muy fría…
No necesitamos decirlo: de ese río que regó vegas y cañaverales, que formó pozos de agua tibia para servir de baño a los habitantes de Caracas y sus alrededores, que brindó inspiración a los poetas y escritores que visitaron a la Caracas antañona, no queda sino una cloaca infecta y oscura que nada nos dice de su gran poderío y belleza de antaño.